“Habla, porque tu siervo oye”

Si tan solo fuéramos más audibles a la voz de Dios podríamos escucharlo hablar a nuestra vida cada día, pero increíblemente hay personas que dicen no escuchar la voz de Dios, pero ¿Será realmente que no la escuchan o será que no la identifican?

Cuando hablo de escuchar la voz de Dios no lo hablo en sentido literal o audible, porque aunque no es imposible es muy difícil que eso ocurriera, pero la verdad y en lo que me quiero centrar es que Dios está constantemente hablando a nuestra vida, pero nosotros insistimos en no escuchar su voz, disimular que no la escuchamos o en los peores casos no darnos cuenta que Dios está hablando a nuestra vida.

¿Cómo habla Dios?, Dios puede hablarnos a través de un suceso, una experiencia, una persona, una alabanza, a través de la música, a través de su Palabra Escrita la Biblia, a través de una predicación, a través de cosas sencillas de la vida diaria o a través de un mensaje escrito como este, etc.

¿Cuándo fue la última vez que escuchaste la voz de Dios hablando a tu vida?

A veces estamos tan sumergidos en nuestras propias ideas y planes de vida que olvidamos que Dios está hablándonos constantemente.

Cuando el profeta Samuel era joven y vivía con el sumo sacerdote Elí experimento como Dios le hablo, pero él no entendió que era la voz de Dios audible la que escuchaba y creía que era Elí quien lo llamaba. Tres veces hablo Dios a Samuel sin que este pudiera entender que era Dios que le hablaba, hasta que Elí el sumo sacerdote comprendió que era la voz de Dios y le aconsejo que contestará la próxima vez que escuchar ese llamo de la siguiente forma: “Habla, porque tu siervo oye”.

“Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven. Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar. Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye.”

1 Samuel 3:8-10 (Reina-Valera 1960)

Es hora de poner atención a la voz de Dios, es hora de comprender que su voz es la que nos está indicando lo que tenemos que hacer. Dejemos aun lado nuestra voluntad y sometámosla a la voluntad de Dios, aunque te parezca muy duro o difícil lo que Dios te está diciendo a través de diferentes situaciones diarias debes de obedecer, porque no hay mejor bendición que el obedecer su voz.

Es hora de disponer nuestros oídos espirituales para escuchar lo que Dios quiere que hagamos y no lo que nosotros queremos o pensamos que tenemos que hacer. Lo que tu o yo creamos que tenemos que hacer muchas veces no es igual a lo que Dios está hablándonos para que hagamos.

Hoy te invito a detenerte un momento, inclinar tu oído hacia lo que Dios te está hablando y sobre todo a OBEDECER su voz y sus instrucciones porque aunque muchas veces parecieran difíciles o ilógicas debes de estar seguro que lo que te está mandando a hacer al llevarlo a cabo terminara en una bendición.

¡Detente a escuchar su voz, pero sobre todo OBEDECELA!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *